De regreso de un viaje que he realizado a Madrid, me he encontrado con la triste noticia del fallecimiento de un gran amigo y excelente colaborador del Real Jaén.
Me estoy refiriendo a Manuel Márquez Fernández, que junto con los hermanos, Manuel y Juan Martínez, conocidos como los ‘Virutas’ y el archiconocido Juan ‘El Chato’, entregó su vida al Real Jaén.
Seguro que todos los seguidores del conjunto jienense, jóvenes y menos jóvenes, conocían a Manuel. Entregado a la causa desde hace muchísimos años, Manuel era un asiduo al estadio, donde realizaba varias funciones. Era el que nos entregaba los petos a los periodistas para que pudiéramos acceder al terreno de juego, vendía todo tipo de papeletas, sin importar el sorteo, pero sobre todo se conoce porque desde hace más de un cuarto de siglo, por poner una fecha, yo creo que son más años, era el que repartía los carteles anunciadores de los partidos del Real Jaén.
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Desde que cayó enfermo, fue operado de la vista, pero además estaba delicado, no se han visto demasiados carteles del ‘futbol’ como el los llamaba. Cada quince días se recorría Jaén entero, de Norte a Sur y de Este a Oeste, para que los carteles estuvieran bien repartidos y no hubiera un barrio de la capital que se quedara sin conocer en bares, tiendas, e incluso en paredes, que el Real Jaén jugaba ese domingo en casa.
Juan Martínez 'viruta' y Manuel Márquez. MANU
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Manuel Marquez, tenía dos debilidades, el Real Jaén y su Virgen de la Cabeza, con la que ya se encuentra reunida hasta el fin de los tiempos.
En Real Jaén era su vida junto a su esposa e hijos, y el Real Jaén, o mejor sus directivos, sobre todo los últimos que rigieron los destinos del club que, además, de no darle ni las gracias por su trabajo, por el reparto de carteles, y por su labor en el campo, tuvieron la idea, desconozco si la llevaron a cabo, de retirarle el carné vitalicio que Juan Carlos Hidalgo cuando era presidente del club entregó a todos aquellos que llevaban tanto años cerca de la entidad.
Manuel Martínez, Manuel Márquez, Juan 'El Chato' y Juan Martínez, ante el panel de Arregui que existía en el viejo estadio de La Victoria.
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Y no sólo eso, pidió una entrada para su hijo que deseaba ver el partido de la fase de ascenso con el Barça B, y se la negaron. Podía contar muchas más cosas, que él me refería cuando nos encontrábamos en la calle, pero siempre me insistía que no dijera nada porque el Real Jaén estaba por encima de todo. Las dos acciones que he mencionado las expongo, porque en su día ya se lo referí a los encargados del club que tomaron aquellas acciones con el bueno de Manuel.
Ahora ya no está con nosotros. Lamento no haber podido despedirlo en el funeral de entierro que se ha celebrado esta mañana en la Parroquia de San Juan y San Pedro, siendo incinerado, posteriormente, su cuerpo.
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Ya van quedando menos, de un cuarteto de los que han hecho mucho y bien para el Real Jaén, los Hermanos Martínez (los Virutas), Juan ‘El Chato’ y el propio Manuel, ya solo queda Juan. Los incansables colaboradores del club se están marchando, sin hacer ruido, y sin una crítica al club de sus amores, aunque sus dirigentes no estuvieron con ellos a la altura que se merecían. Pero ya es tarde.
Por mi parte, menos mal, he podido cumplir. Siempre que me veía con mi cámara fotográfica quería plasmar el momento y tengo varias fotos inolvidables, sobre todo la que le hice en la Diputación con la Copa del Mundo que ganó la Selección Española. Su hijo Antonio Manuel me la pidió hace unos días pues le daría una gran ilusión el verse junto a ese gran trofeo. Y por lo menos, la ha visto. Me hubiera quedado un gran regomello que hubiera tardado mucho tiempo en sacarlo de mi cuerpo. Pero, gracias a Dios, no será así, porque la foto le llegó y la pudo disfrutar a su forma y manera.
Descansa en paz, amigo Manuel, y dale un fuerte abrazo a todos los conocidos que veas en ese sitio de luz, en el que ahora estás. Un sitio, donde ya lo estarás comprobando, no hay ni odio, ni envidia, ni rencor, ni maldad. Sólo paz, mucha paz.
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¡Ah! y no te olvides de dar un beso a ‘La Morenita’, a la Reina de Sierra Morena, a la que tanto queremos todos los jienenses. Supongo que verla tan cerca, te habrá creado puesto del vello de punta, y habrás vivido una emoción muy distinta a la que vivistes junto a Ella aquí en este mundo.
Un saludo, Manuel, y disfruta. No te acuerdes de lo mal que te trataron en el Real Jaén, no dándole importancia a tu trabajo, porque como lo hacías con tanto cariño, creían que incluso deberías de estar agradecido. Y por cobrar lo que te deben, no te preocupes porque como habrás vivido en los últimos meses de tu vida, aquí no hay un euro.
Su deseo de tener una foto junto a la Copa del Mundo, se hizo realidad.
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Pero tu se lo perdonas, estoy seguro, porque si lo hubieras querido cobrar, por lo menos ruido si que habrías armado, en las cientos de veces que te ofrecí los micrófonos de COPE o las páginas de VIVA JAEN para denunciarlo, pero siempre me encontré con una respuesta que sólo dan los buenos aficionados: “Manolo, déjalo, para que vamos a hacer daño a nuestro equipo. Ya me lo pagarán”.
Pues no, Manuel se ha ido sin cobrar, ni siquiera una pequeña gratificación para comprarse unos zapatos cuando los suyos estaban desgastados de tanto andar. Sin rencor, en silencio, sin hacer ruido se ha ido Manuel. Un fuerte, abrazo, amigo. Hasta siempre. Nos vemos.
1 comentario:
Manolo te doy las gracias de parte mía y de la de mi familia, si tienes razón, los directivos del Real Jaén, su equipo, no han tenido ni la vergüenza de acercarse ni a darle la ultima despedida, dicen que no tienen apoyo de la afición y a mi me gustaría saber que hacen ellos por esa afición, por que como dices mi padre, hablando vulgarmente, se partió el culo por el equipo y que ha tenido a cambio nada, ni una ultima despedida, espero que cuando empiece la temporada de nuevo, tengan la mínima vergüenza de acordarse de los que has dicho, no solo de mi padre, aunque eso no me lo espero, y si leen tu articulo, espero que llamen a casa o si se acercan mejor, a ver a mi madre que es la que les ha sufrido todos estos años, donde lloviendo y tronando él repartía sus carteles por ni siquiera las gracias.
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