Amigo, hace hoy ya un año. Aún sigo buscando muchos días, por inercia, más por deseo, tus columnas en el periódico. Maestro Fernando, Arévalo, mañana no estarán tus líneas para poner firme a Carlos Sánchez y su tropa, para contarnos, como decías, “la última de nuestro R.J. –mala-malísima-salud-de-hierro–” y denunciar las maniobras del empresario de turno porque “sus exigencias 'de a cambio de ...' no son asumibles”. Me atrevo a contarte la última de tu Real Jaén.
El dueño del club se ha querido adueñar de los sentimientos del Real Jaén, colaborando con el chantaje del que fuera presidente del Sevilla y queriendo que el Ayuntamiento, "secuestrado" en la mañana de hoy, solucionara el problema de un plumazo con un convenio urbanístico en una zona de paraje protegido. El mismo Ayuntamiento que, por cierto, ha patrimonializado al club cediendo unos terrenos, cuando ha dado la espaldas a muchos otros deportes de la ciudad, y que quizá podía haber dado otro uso, o venta, a esos terrenos para haber sacado un dinero que haber utilizado después para arreglar calles, construir o adecentar las instalaciones deportivas municipales, pagar las deudas con los proveedores.
Si el club desciende o desaparece –pobre hermano Linares– no será culpa de los políticos de uno u otro signo político, que es a quienes Sánchez, que cada vez recuerda más a su hasta ahora homólogo en el Betis, busca responsabilizar desviando la atención. Será culpa de Carlos Sánchez (el dirigente de los silencios, de la falta de transparencia y de las verdades a medias) y de los anteriores presidentes.
Sánchez, el que critica a los jugadores por reclamar sus sueldos, quiere aparecer como salvador y no ha dudado en intentar alborotar el salón de Plenos convocando a los aficionados en un últimos intento desesperado, ahora sí, ahora no, ahora sí y ahora otro vez de nuevo tras conocer la negativa a una barbaridad. Todo ello después de asegurar una y otra vez que no habría problemas a 31 de julio, para hacer en los últimos días una llamada tras otra de socorro a última hora, mientras se desdecía continuamente con horas de diferencia.
Todo ello bien empañado por la traca final pseudomafiosa de la vicepresidenta segunda y responsable de Relaciones Externas y Protocolo del club, Tamara Sánchez (hija del máximo accionista), los "guardaespaldas" (por no llamarlos "matones") que llevaba Carlos Sánchez al pleno y el propio dueño del Jaén. Patético. El vídeo que circula por internet fue un amago de Tamara Sánchez de repetir el incidente de Gil con Fidalgo y Caneda en 1996 en la puerta de la Liga de Fútbol Profesional.
Que de una recalificación en una parcela de especial protección o de un personaje como González de Caldas dependiera la supervivencia del Real Jaén, de nuestro R.J., lo dice todo. Dime con quién andas...
Toda esta tensión, críticas y amargura por un equipo de fútbol. Cuando ni por el cierre de empresas ponemos tanta pasión ni lágrimas. De vergüenza.
Olvidamos lo importante. Y lo importante hoy para mí es que no te puedo leer, ni escuchar, ni ver; que no puedo hablar contigo. No puedo porque Fernando Arévalo, maestro de las ondas y de la palabra, profesional elegante y conocedor, "culpable" de la profesión que elegí y amo, no está. Hoy, mi dolor es éste.
Periodista