lunes, 19 de abril de 2010

CON LA AUSENCIA DE RAFA ALCANTARA, HAY UN VACÍO EN 'LA SALOBREJA'

Lamento no haberme enterado en su momento porque habría acudido a despedirle. Creo que fue en los días previos a la Semana Santa cuando estuve hablando con Rafa en un encuentro casual en la calle. Le noté algo triste pero fue incapaz de preguntarle por la ausencia de esa alegría que impregnaba en su mirada y que transmitía a todos los que lo conocíamos.

Rafa Alcántara (izqu.), junto a su inseparable amigo Paco (centro) y Pepito, en La Salobreja.
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He pasado ratos intensos, emocionates, alegres y excepcionales en el pabellón de La Salobreja, recinto del que era asiduo, al menos durante todos los fines de semana, para ver de cerca los partidos de fútbol sala que allí se celebraban. Siempre estaba acompañado de su inseparable amigo Paco y, como no. de Pepito, un chico encantador que nos da lecciones de superación y de su admirable cariño por el deporte.

Amigo Rafa, me enteré de tu viaje definitivo ayer domingo, cuando con un amigo leía el Diario Jaén y me encontré con tu foto en esa sección que tiene el diario provincial para recordar a los que se han marchado de este mundo. Desgraciadamente fue lo primero que ví aunque luego me detuve en leer lo que escribía tu hermana. Fue impactante, se me quitaron hasta las ganas de terminar la cerveza que estaba tomando.
Tu recuerdo no había pasado de largo en mi persona. Hoy lunes me he enterado de algunas cosas de tu vida que desconcía porque nuestro trato era cordial y ameno y traspasaban los límites que ofrecían el momento que vivíamos. Conocía tu intervención quirúrgica, pero en absoluto otras que me han impactado.
No quiero ser adulador y airear ahora lo bueno y lo sencillo que eras, hablar de tu gran humanidad, de tu inconfundible sonrisa y, como no, de tu inigualable bondad, pero sí me vas a permitir que diga, que se ha marchado un gran hombre, una persona ejemplar, cabal y amigo de cuantos visitamos las instalaciones de La Salobreja. Te echaremos de menos, pero en especial tu inseparable amigo Paco y también Pepito. ¡Ah! y como no, tu gran amigo Juan Arnedo, el tosiriano, que tanta confianza tenía en vosotros para que fueráis los encargados de abrir y cerrar el ambigús del pabellón jienense, cuando él lo regentaba hace unos años.


Todos los que por alli vamos estamos tristes con tu ausencia, amigo Rafa. Tú sabrás por qué lo has hecho y has decidido marcharte sin despedirte, sin decir nada, en silencio, sin una voz más alta que otra, pero si quiero decirte que allá en el cielo, donde debes de estar porque nunca hicistes mal a nadie y allí sólo van los justos como tu, habla con quien tengas que hablar para que cuando termine nuestro caminar por este mundo, nos hagais un sitio, para compartir ese gran lubar donde no existen envidias, desidías, venganzas, malos modos, malos tratos, tristeza, nostalgias... En ese sitio solo existe la luz viva de estar junto al Creador, un lugar pleno donde la felicidad es eterna.

Amigo, Rafa, no olvides que tarde o temprano nos volveremos a ver. Por eso te pido que en ese lugar privilegiado en el que ahora estás no te olvides de los que fuimos, somos y seremos tu amigo, entre los que me encuentro.

¡Se feliz! el lugar donde estás es propicio, lo requiere y tu te lo mereces. Un abrazo y hasta..., amigo. Nos vemos.

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